Hace unos dias encontre esta foto de la querida e inolvidable Dolores tomada durante la tercera visita de The Cranberries a la Ciudad de Mexico, recordemos que la primera fue a inicios de Diciembre de 1994, la segunda en Abril del año 2000 y la tercera el dia 25 y 26 de Junio de 2002 (Y Guadalajara el dia 28 de Junio por primera vez), lo mejor de todo es que ademas de esta foto el reportero o persona que asistio escribio una reseña excelente, muy descriptiva y vivida, sabe de lo que habla, sabe de musica y estaba al tanto de lo que habia hecho la banda en Mexico en años previos.
Tuve la fortuna de asistir a la primera fecha que dio la amada Dolores con The Cranberries en el Auditorio Nacional el dia 25 de Junio de 2002, ya se imaginaran la emocion, pasion y felicidad que senti de haber ido a el que seria mi primer concierto de The Cranberries y ver y escuchar por primera vez... ¡En vivo a la super poderosa Dolores! En 2002 realmente era todo para mi, habia asimilado sus 5 albums de estudio estaba listo para la cereza del pastel que era ir a ese concierto.
En algunos canales de TV de Mexico y en MTV Latinoamerica le habian dado algo de cobertura a la banda, habian transmitido algunas entrevistas, conoci un poco mas de Dolores era claro que era una mujer muy inteligente, amable y excelente ser humano era hermosa por dentro y por fuera, Dolores estaba en su mejor momento todo se habia conjugado y era momento de disfrutar su presencia en vivo en Mexico lindo y querido
Fue una noche inolvidable, cantamos toda la noche cada una de las canciones, la banda toco en vivo Stars aun antes de que se promocionara ese album de exitos y se lanzara meses despues, fue increible y muy emocionante poder escuchar una cancion inedita esa noche...
Años despues en mayo del año 2005 entre al mundo de la web, busque fotos, videos o reseñas de esos conciertos en el auditorio nacional desafortunadamente no encontre casi nada, quizas debido a la seguridad tan exagerada en ese entonces, no se permitia tomar fotos y mucho menos video, no hubo la misma cobertura hacia la banda que en Abril del año 2000, ahora que lei la reseña que nos compartio esta persona, me hizo viajar en el tiempo y volver a recordar vividamente esa maravillosa noche, en la cual como dice esta persona Dolores nos hizo ser parte de su sueño, al salir de ese concierto me di cuenta que Dolores habia superado todas mis espectativas, estaba totalmente seguro que pasara lo que pasara y cambiara lo que cambiaria siempre seria...
¡La Mujer Cuya Voz Motivaria Mi Alma y Me Haria Sentir Feliz!
Dolores nos hizo soñar esa noche del 25 de Junio de 2002 si lo hizo pero aun habria mas noches similares, el sueño no termino esa noche apenas estaba comenzando ¡Oh Si!=D
Les dejo la reseña que compartio esta persona, vale la pena leerla estoy seguro que las personas y fans que tambien tuvieron la fortuna de asistir a alguno de esos dos conciertos en la Ciudad de Mexico el 25 y 26 de Junio de 2002 les va a gustar y les traera agradables recuerdos:
Si Bob Dylan fue el parteaguas, el primero en atreverse a electrificar al folk, pronto encontró un eco en Irlanda, en la voz e inmenso talento de Van Morrison. Y ya que de Irlanda hablamos, podríamos pensar en un espíritu irlandés, que en la música de ese país se muestra tan genial, aguerrido y poderoso como melódico y delicado, y que ha dejado su sello peculiar en la obra de músicos tan variados como el mismo Morrison, U2, Clannad, Sinéad O’Connor, Enya o Dolores O’Riordan.
De todos ellos quizá son Dolores y su banda, The Cranberries, quienes más contacto han tenido con México y quienes se pueden jactar de contar en este país con la mayor turba de fans incondicionales. La clave puede estar en su música, situada en la confluencia del pop y el rock; en la sencilla honestidad de sus letras y, last but not least, en el seguro embrujo de la voz de Dolores, esa voz clara y sonora, como de campana al romper el alba, que puede sumir a su audiencia en la narcótica dulzura de su murmullo o despertarla, dejando la piel chinita con el enorme poder de su belleza. El caso es que en ésta su tercera ocasión en el país, a una hora de empezar el concierto, la turba veinteañera se había congregado amenazando con tornar la escalinata del Coloso de Reforma en una desbordante romería.
Julieta Venegas la telonera del toquín, según las buenas lenguas a expresa petición de Dolores quien conoce y aprecia su música. Con un lacónico “Hola, soy Julieta Venegas”, la chica de la mirada triste denominada por la revista Time “la Frida Kahlo del Rock Mexicano” —largo pelo negro, cejas pobladas, rostro angelical, top violeta, pants acampanados a la cadera— toma el escenario. La acompaña su banda que sin más preámbulos arremete con “Hoy no quiero” y “Enero y abril” para cosechar los primeros aplausos de la noche. Ciñéndose el acordeón, Julieta ofrece “La Jaula de oro” como un homenaje a los Tigres del Norte para “todos los chicanos que extrañan México” y la sala se llena de ése su pop con sabor a redoba (no en balde es regia la niña) y Suzzane Vega. Una versión más darkie de “Siempre en mi mente” y “Amores perros”, dedicada “a los amores bien perros”, concluyen su presentación dejando a la raza prendida y con ganas de que toque más, pero el platillo fuerte se avecina…
O eso creíamos porque se abre el telón, pasan los minutos y nada: un afinador prueba las guitarras, luego, nada. El silencio engulle los primeros silbidos y la tensión aumenta hasta casi poder partirse en el aire. Al fin, tras media hora de retraso, las luces se apagan y menuda como un soplo y con el pelo marrón… ligero vestido negro pegadito a la rodilla, botines al tobillo, gargantilla de fantasía y antifaz veneciano ensombreciendo el rostro, aparece la diva de la noche acompañada por sus inseparables para abrir con la rola que da nombre al último disco y a la gira, si bien, como ha dicho a la prensa, “los conciertos no serán para promocionar el disco sino para satisfacer a sus fans”.
Por su enigmático atuendo, Dolores anticipa una noche de sorpresas. Con “Analyse”, sobre los peligros de comerse el coco y no actuar con los sentimientos, el antifaz vuela al público y la ovación se incrementa para estallar cuando ella toma su ya característica Gibson roja y el grupo arrecia los pesados acordes de “Zombie”, “nuestra rola antiterrorista”, y a nuestro gusto, una de las más chidolidas de la banda, que de inmediato la reconoce y tararea.
Impávidos, Noel y Michael Hogan, en la lira y el bajo, y Feargal Lawler en los tambores semejan las columnas de un templo del cual Dolores es singular sacerdotiza. Por la figura y la sonoridad de su voz recuerda a Edith Piaf, pero a una Piaf eléctrica que con un toque bizarro se desliza como un elfo por el escenario. “Time Is Ticking” del nuevo disco, “You And Me” dedicada “… a mi primero bambino”, “Animal Instinct”, “Ode To My Family”, “Dreaming My Dreams”, “Sunday”, obligadas estaciones cramberreanas, envuelven a la audiencia en ese ciaroscuro que va de la prendezón a la ternura, de la épica a la égloga, del estallido al arrumaco. “Desperate Andy” da pie a un largo pasaje instrumental que ella aprovecha para esfumarse.
Entre los primeros acordes de “Preety” regresa convertida —pants acampanados de lentejuela azul, enorme boa morada envolviendo su figura— en viviente homenaje a Janis Joplin para meterse en el ritmo entrecortado de la rola modulando la voz hasta el falseto céltico que arranca escalofríos. Incisiva, toca las emociones de su público como si éste fuera un arpa. Con “Daffodil Lament” lo sume en estupor para sacarlo —templando de nuevo la Gibson, con todo y boa— a punta de metralla con el pop explosivo y machacón de “I Can’t Be With You”. Dolores se pone un enorme sombrero de tío Sam de peluche (¿se equivocó de país?) y un fan le alarga una bandera mexicana con la que ella cubre los hombros de su guitarrista mientras en la sala comienza a flotar algo parecido al delirio.
“How”, “Star” del nuevo álbum, “Free To Decide”, sobre el infierno de la droga, continúan la andanada que con “Salvation” alcanza el nivel de la apoteosis. La banda se va. La gente no lo cree, no lo quiere, y el grito de “Dolores” se vuelve un largo, insistente cramberrido.
Cuando las luces vuelven, al centro hay un teclado y Dolores —top granate, larga falda de negros olanes y un extraño tocado de entreverados hilos ornando la cabeza— es —¡que viva el surrealismo!—una mujer-árbol-pájara recién salida de algún lienzo de Remedios Varo o de Leonora Carrington. Su onírica aparición despierta la sorpresa que la diva atempera con las notas de “Linger” y la pura miel de su voz.
Tras el último contraste de “Shattered” y “Promises”, ahora sí, la banda se despide con ese primer hit que los revelara al mundo entero: “Dreams”. Ustedes son un sueño para mí… entona Dolores dejando en el personal, horas después del concierto, la aguda sensación de haber formado parte de la diáfana belleza de su sueño.
La fuente:
http://www.bitacoradelauditorio.com/2002/07/the-cranberries-en-la-confluencia-del.html?fbclid=IwAR01VKeo0J3xnWA-6ENIQJ5mj_C21OiBDPVd9dod1BE9bMswihrVhtxjt5U
En algunos canales de TV de Mexico y en MTV Latinoamerica le habian dado algo de cobertura a la banda, habian transmitido algunas entrevistas, conoci un poco mas de Dolores era claro que era una mujer muy inteligente, amable y excelente ser humano era hermosa por dentro y por fuera, Dolores estaba en su mejor momento todo se habia conjugado y era momento de disfrutar su presencia en vivo en Mexico lindo y querido
Fue una noche inolvidable, cantamos toda la noche cada una de las canciones, la banda toco en vivo Stars aun antes de que se promocionara ese album de exitos y se lanzara meses despues, fue increible y muy emocionante poder escuchar una cancion inedita esa noche...
Años despues en mayo del año 2005 entre al mundo de la web, busque fotos, videos o reseñas de esos conciertos en el auditorio nacional desafortunadamente no encontre casi nada, quizas debido a la seguridad tan exagerada en ese entonces, no se permitia tomar fotos y mucho menos video, no hubo la misma cobertura hacia la banda que en Abril del año 2000, ahora que lei la reseña que nos compartio esta persona, me hizo viajar en el tiempo y volver a recordar vividamente esa maravillosa noche, en la cual como dice esta persona Dolores nos hizo ser parte de su sueño, al salir de ese concierto me di cuenta que Dolores habia superado todas mis espectativas, estaba totalmente seguro que pasara lo que pasara y cambiara lo que cambiaria siempre seria...
¡La Mujer Cuya Voz Motivaria Mi Alma y Me Haria Sentir Feliz!
Dolores nos hizo soñar esa noche del 25 de Junio de 2002 si lo hizo pero aun habria mas noches similares, el sueño no termino esa noche apenas estaba comenzando ¡Oh Si!=D
Les dejo la reseña que compartio esta persona, vale la pena leerla estoy seguro que las personas y fans que tambien tuvieron la fortuna de asistir a alguno de esos dos conciertos en la Ciudad de Mexico el 25 y 26 de Junio de 2002 les va a gustar y les traera agradables recuerdos:
Si Bob Dylan fue el parteaguas, el primero en atreverse a electrificar al folk, pronto encontró un eco en Irlanda, en la voz e inmenso talento de Van Morrison. Y ya que de Irlanda hablamos, podríamos pensar en un espíritu irlandés, que en la música de ese país se muestra tan genial, aguerrido y poderoso como melódico y delicado, y que ha dejado su sello peculiar en la obra de músicos tan variados como el mismo Morrison, U2, Clannad, Sinéad O’Connor, Enya o Dolores O’Riordan.
De todos ellos quizá son Dolores y su banda, The Cranberries, quienes más contacto han tenido con México y quienes se pueden jactar de contar en este país con la mayor turba de fans incondicionales. La clave puede estar en su música, situada en la confluencia del pop y el rock; en la sencilla honestidad de sus letras y, last but not least, en el seguro embrujo de la voz de Dolores, esa voz clara y sonora, como de campana al romper el alba, que puede sumir a su audiencia en la narcótica dulzura de su murmullo o despertarla, dejando la piel chinita con el enorme poder de su belleza. El caso es que en ésta su tercera ocasión en el país, a una hora de empezar el concierto, la turba veinteañera se había congregado amenazando con tornar la escalinata del Coloso de Reforma en una desbordante romería.
Julieta Venegas la telonera del toquín, según las buenas lenguas a expresa petición de Dolores quien conoce y aprecia su música. Con un lacónico “Hola, soy Julieta Venegas”, la chica de la mirada triste denominada por la revista Time “la Frida Kahlo del Rock Mexicano” —largo pelo negro, cejas pobladas, rostro angelical, top violeta, pants acampanados a la cadera— toma el escenario. La acompaña su banda que sin más preámbulos arremete con “Hoy no quiero” y “Enero y abril” para cosechar los primeros aplausos de la noche. Ciñéndose el acordeón, Julieta ofrece “La Jaula de oro” como un homenaje a los Tigres del Norte para “todos los chicanos que extrañan México” y la sala se llena de ése su pop con sabor a redoba (no en balde es regia la niña) y Suzzane Vega. Una versión más darkie de “Siempre en mi mente” y “Amores perros”, dedicada “a los amores bien perros”, concluyen su presentación dejando a la raza prendida y con ganas de que toque más, pero el platillo fuerte se avecina…
O eso creíamos porque se abre el telón, pasan los minutos y nada: un afinador prueba las guitarras, luego, nada. El silencio engulle los primeros silbidos y la tensión aumenta hasta casi poder partirse en el aire. Al fin, tras media hora de retraso, las luces se apagan y menuda como un soplo y con el pelo marrón… ligero vestido negro pegadito a la rodilla, botines al tobillo, gargantilla de fantasía y antifaz veneciano ensombreciendo el rostro, aparece la diva de la noche acompañada por sus inseparables para abrir con la rola que da nombre al último disco y a la gira, si bien, como ha dicho a la prensa, “los conciertos no serán para promocionar el disco sino para satisfacer a sus fans”.
Por su enigmático atuendo, Dolores anticipa una noche de sorpresas. Con “Analyse”, sobre los peligros de comerse el coco y no actuar con los sentimientos, el antifaz vuela al público y la ovación se incrementa para estallar cuando ella toma su ya característica Gibson roja y el grupo arrecia los pesados acordes de “Zombie”, “nuestra rola antiterrorista”, y a nuestro gusto, una de las más chidolidas de la banda, que de inmediato la reconoce y tararea.
Impávidos, Noel y Michael Hogan, en la lira y el bajo, y Feargal Lawler en los tambores semejan las columnas de un templo del cual Dolores es singular sacerdotiza. Por la figura y la sonoridad de su voz recuerda a Edith Piaf, pero a una Piaf eléctrica que con un toque bizarro se desliza como un elfo por el escenario. “Time Is Ticking” del nuevo disco, “You And Me” dedicada “… a mi primero bambino”, “Animal Instinct”, “Ode To My Family”, “Dreaming My Dreams”, “Sunday”, obligadas estaciones cramberreanas, envuelven a la audiencia en ese ciaroscuro que va de la prendezón a la ternura, de la épica a la égloga, del estallido al arrumaco. “Desperate Andy” da pie a un largo pasaje instrumental que ella aprovecha para esfumarse.
Entre los primeros acordes de “Preety” regresa convertida —pants acampanados de lentejuela azul, enorme boa morada envolviendo su figura— en viviente homenaje a Janis Joplin para meterse en el ritmo entrecortado de la rola modulando la voz hasta el falseto céltico que arranca escalofríos. Incisiva, toca las emociones de su público como si éste fuera un arpa. Con “Daffodil Lament” lo sume en estupor para sacarlo —templando de nuevo la Gibson, con todo y boa— a punta de metralla con el pop explosivo y machacón de “I Can’t Be With You”. Dolores se pone un enorme sombrero de tío Sam de peluche (¿se equivocó de país?) y un fan le alarga una bandera mexicana con la que ella cubre los hombros de su guitarrista mientras en la sala comienza a flotar algo parecido al delirio.
“How”, “Star” del nuevo álbum, “Free To Decide”, sobre el infierno de la droga, continúan la andanada que con “Salvation” alcanza el nivel de la apoteosis. La banda se va. La gente no lo cree, no lo quiere, y el grito de “Dolores” se vuelve un largo, insistente cramberrido.
Cuando las luces vuelven, al centro hay un teclado y Dolores —top granate, larga falda de negros olanes y un extraño tocado de entreverados hilos ornando la cabeza— es —¡que viva el surrealismo!—una mujer-árbol-pájara recién salida de algún lienzo de Remedios Varo o de Leonora Carrington. Su onírica aparición despierta la sorpresa que la diva atempera con las notas de “Linger” y la pura miel de su voz.
Tras el último contraste de “Shattered” y “Promises”, ahora sí, la banda se despide con ese primer hit que los revelara al mundo entero: “Dreams”. Ustedes son un sueño para mí… entona Dolores dejando en el personal, horas después del concierto, la aguda sensación de haber formado parte de la diáfana belleza de su sueño.
La fuente:
http://www.bitacoradelauditorio.com/2002/07/the-cranberries-en-la-confluencia-del.html?fbclid=IwAR01VKeo0J3xnWA-6ENIQJ5mj_C21OiBDPVd9dod1BE9bMswihrVhtxjt5U